Era un Día de reposo, mi pequeña Brenny y yo disfrutamos de este día de una manera especial -Ella suele ser de de todos mis hijos, la más entusiasta- regresamos como familia de las reuniones de la Iglesia con un espíritu renovado y alegre, nos sentamos las dos en la sala y, mientras hojéabamos la revista Liahona, apareció la imagen de Jesucristo en la cruz, con un aspecto de sufrimiento en su rostro tan real y terrible, que se me dió por pasar la página, cuando ella me detuvo - en ese entonces aún no sabía leer- me preguntó triste y desconcertada:"¡Mamá! ¿Por qué tuvo que morir Jesús si era tan bueno?", entonces ella misma agregó: "Mamá yo me portaré bien para que ya no sufra más". Dentro de su concepción infantil, reconocía al Señor y su sacrificio redentor, queriendo dar de sí misma para alivia el dolor de su Salvador; entonces las Escrituras cobraron vida y respondieron a una pregunta tan vital que suele agitar el corazón de cualquiera ..."Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquél que en él cree no se pierda mas tenga vida eterna" (Juan 3:16) ... "Porque he aquí, yo Dios, he padecido estas cosas por todos, para que no padezcan, si se arrepienten; más si no se arrepienten, tendrán que padecer así como yo; padecimiento que hizo que yo, Dios, el mayor de todos, temblara a causa del dolor y sangrara por cada poro y padeciera, tanto en el cuerpo como en el espíritu, y deseara no tener que beber la amarga copa y desmayar. Sin embargo, gloria sea al Padre, bebí, y acabé los preparativos para con los hijos de los hombres ... " (D. y C. 19:16-19)
Fantástica experiencia! La protagonista una niña que ama al Señor y cuyo testimonio va creciendo como nubes en el cielo. Una enseñanza poderosa de la hermana Fabiola, que tempranamente va dando frutos. ¡Felicitaciones hermanita!
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